miércoles, 17 de diciembre de 2014
Cortito
Recuerdo que cuando llegué a vivir a corral conocí a un niñito muy lindo, yo debo haber tenido 12 y entraba en una profunda depresión porque venía de la capitale a vivir al campo... Bueno el pendejo era lo único lindo que veía y era la única ilusión de un futuro mejor jaja, me llevó a una pampita cerca del rio y me mostró su gran tesoro, unas plantitas con flores rosadas y moradas, sacó un par y pensé que me las iba a dar como muestra de amor, igual eran bien feas como pa un ramo pero yo era pendeja y encontré el gesto algo lindo, al contrario de lo que yo pensé, el pendejo empezó a chupar el tallo de las florcitas y me ofreció una para que yo hiciera lo mismo (ahí empezó quizas la wea de chupar jajaja acabo de pensarlo), increiblemente tenía un sabor riquito, agridulce y le agarré el gustito hasta que mi madre me vió llegando un día con una florcita en la boca y amorosamente me la sacó de un tirón y la botó sin dar explicaciones, ella nunca las dá, hace poco salí con mi hermano por la zona, en el camino me encontré al pendejo chupa-flores, llevamos a uno de nuestros perros y enontré las floresillas, regresaron mis recuerdos, mi primer amor, mi primera ilusión, mi primer viaje al campo arrancada de mis viejos, la primera chupah jajaja. Bueno estaba en esa volá hasta que mi perrito se acomodó y meó las flores, ahora entiendo que el saborsito especial era gracias al aliño del pipí de perro
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